jueves, 11 de diciembre de 2008

Garabateando el aburrimiento


11 de diciembre de 2008
Ahroa mismo deben de ser alrededor de las seis de la tarde. Estoy, al igual que en las últimas cuatro horas, en el aula M30 de la planta baja del edificio R09 del campus de Essen. La verdad es que le cae bien el nombre, M30, pues tiene casi el mismo aspecto que las famosas obras de la autopista.
Mi cabeza hace ya rato que llegó al límite de esfuerzo por entender lo que se está hablando. De hecho, la voz del profesor recitando críticas a nuestro bocetos en alemán se ha convertido casi en un arrullo más potente que una nana, y por momentos puedo sentir mis párpados luchando por cerrarse y rendirme a un encantador sueño. Estas horas interminables resultan agotadoras, y más cuando aún no consigo ver la luz al final del túnel oscuro en el que me metí cuando se me ocurrió proponer un concepto futurista para el proyecto. Mis bocetos son tan raros como dispares, y a veces tengo la sensación de estar a años luz de los demás. Creo en el proyecto, más a cada instante. Creo que es realmente necesario redefinir completamente el concepto de automóvil para adaptarlo a las ciudades futuras que están ya diseñándose. Pero es tremendamente difícil imaginar algo para lo que no tienes ni una forma general preconcebida ni restricción alguna. A veces pienso si no sería demasiado ambiciosa y no estaré intentando algo que va más allá de mis posibilidades.
Las dificultades con el idioma son otra barrera que nos vemos obligados a salvar mucho más despacio de lo que creímos y deseamos en un principio. Con el proyecto, nos resulta imposible asistir al curso de alemán, pero las clases se imparten en ese lenguaje. Aunque, de vez en cuando, se dirijen a nosotros en inglés, nos perdemos el 90% de la explicación, pues a nosotros llega sólo el 10% en forma de resumen.
Poco a poco, en parte por recuerdos de los cursos que hice en España, en parte por mi intuición, voy cogiendo palabras, expresiones, frases… Pero otra cosa es intentar formularlas, y más difícil aún mantener un diálogo en alemán. En este aspecto los demás españoles, quitando a Luki que creo que se le han quitado todas las ganas de aprender el alemán, me llevan mucha delantera. La mayoría son capaces de hablar en alemán mientras yo sigo con el inglés, en el que estoy cogiendo cierto nivel y mucha soltura.
Total, que al final lo que me queda en estas eternas clases en las que la mañana enlaza con la noche, es pasar el rato escribiendo, bocetando y haciendo grabatos como este en un papel, en el que entre uno de mis compañeros alemanes, Alex, que se animó a dibujar las viñetas, y yo, plasmamos la emoción que nuestra compañera china siente en estas divertidas clases. Sólo una representación de todos los demás.


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