Sábado 11 de octubre

Son las once y media de la noche y me resulta realmente difícil mantenerme en pie un minuto más, pero después de una semana tan intensa merecía el esfuerzo aguantar un poquito más y robarle unos minutos al sueño para hacer tan solo una brevería de todas las impresiones que desearía poder expresar.
Esta semana, al igual que la anterior, nos hemos visto sacudidos por un cansancio consecuente con los bailes a los que nos han sometido. Han continuado los encuentros, incluso con gente de la patria gallega; las comidas, los paseos por la ciudad, las visitas… A algunas no hemos podido ir ya que los afortunados de la prestigiosa Folkwang Hochshule como siempre han tenido que hacer un programa paralelo debido a los numerosos problemas ocasionados por la mala organización derivada de un cambio de última hora en la Universidad. A consecuencia de eso, seguiremos sin carnet de estudiante hasta dentro de dos semanas, lo que significa que no podremos usar las lavadoras de la residencia hasta dentro de dos semanas. Muy divertido.
Lo que mi estado de somnolencia me permite destacar de estos días fue mi breve encuentro de ayer con Eva. Nuestra primera “quedada” después de conocernos. No podría ser más provechosa. Por primera vez para mí y por enésima para ella, asistimos a un concierto de la filarmónica de Essen, en el que interpretaban música de un compositor griego, otro ruso (de los que ahora mismo no recuerdo el nombre) y de mi paisano Manuel de Falla (estando en Alemania sí tiene sentido que le llame paisano a pesar de que sea del sur). La verdad es que fue muy bonito. Nada más empezar ya tenía los ojos llenos de lágrimas de le emoción. Creo que me esperan muchas visitas a los teatros de Essen, ya que el precio es ridículo en comparación de lo que pagaría en España por un ballet o una ópera.
Cuando llegué a casa tenía mil impresiones y mil deseos de escribir sobre esa visita pero ahora mismo no tengo fuerzas. Quizás otro día, o quizás se pierdan en mi memoria cuando otros recuerdos más frescos ocupen su lugar.
La segunda visita que merece mención ha concluido todavía hace un par de horas. Esta tarde, ya que llegamos a las tres, nos llevaron al Parque de la Warner, en Feldhausen. No fue todo lo provechoso que debía haber sido ya que llegamos tarde y al ser sábado, hacer buen tiempo y ser el especial Halloween, había mucha gente y debido a las colas solamente pudimos subirnos en dos atracciones las primeras cuatro horas. Por suerte finalmente pude probar lo que es la caída libre desde los 60 metros de altura y pulular por un par de atracciones más antes de su cierre. Fue bonito, pero agotador.
Subir al tren de vuelta fue una verdadera odisea en una carrera de locura desatada por conseguir un cotizado asiento que permitiera descansar los doloridos pies. Fue imposible para mí. De hecho, creo que conseguí el peor lugar del tren, justo al lado de la puerta corredera de los lavabos, mi único apoyo… móvil. Eso me valió trincarme el brazo cuando intentaba no aplastar al niño de mi izquierda en una de las paradas del tren. Al final, brazo y niño resultaron aplastados. Seguramente mañana tenga un moratón para recordarlo.
Creo que, quitando que he conocido a un chico que no me importaría en absoluto que me tirase los tejos, no me queda mucho más que mencionar por hoy. Sí, lo mejor para el final y se quedará sin más explicación. XD ¿No dicen que los mejores finales son aquellos llenos de incógnitas? Pues me apunto un tanto.

PD:

Imagen 1: Estación central, Essen Hauptbahnhof, andar 9, donde se coge el tren a Hagen, que para en Essen Kray Süd, mi parada.

Imagen 2: Eva y yo en el hall de la Philarmonie, rodeados de gente mayor que vestia ropa elegante y bebía champan. Nota adjunta: yo iba con chaqueta de cuero, vaqueros y tenis y llevabamos la botella de agua en la mochila. Elegant elegant.

Imagen 3: Las tres mosqueteras. Nelly (Israel), Chiara (Italia) und me. Las tres estudiamos Diseño Idustrial.