domingo, 5 de octubre de 2008

Domingo 5 de octubre


No. No me he cansado ya de escribir en el blog. Es lo normal según he escuchado que los Erasmus empiecen un blog y lo dejen a las dos entradas. Simplemente, el Start Programm nos ha tenido inmersos en un caos de viajes, cursos, presentaciones y cansancios en general que no me ha dejado ni pararme a pestañear. A eso hay que sumarle que hasta esta tarde no he podido conectarme a internet desde mi cuarto. Esto trajo cola. Días de neurosis y maldiciones en contra de Bill Gates por desarrollar un sistema operativo como el Windows Vista que todo el mundo define como un virus y con el que, supuestamente, el internet de la residencia no era compatible. Hoy al fin, resumiendo todos los quebraderos y maniobras que mi mente y la de mis improvisados informáticos pudieron idear, he conseguido conectarme.

Quitando esa pequeña molestia estos últimos días han sido... maravillosos. Al pensar esa palabra he creído que quizá me arriesgo mucho dándole un calificativo tan bueno. Mi eterno miedo, ¡qué le vamos a hacer! Pero , ¡qué demonios! , es lo primero que he pensado, así que, ¿por qué no decirlo?

Estoy saboreando por fin lo que debe ser ciertamente la vida Erasmus. Esto significa, ver lugares distintos, conocer gente de todas partes, no tener ni idea de lo que se dice a tu alrededor y ver como tu inglés y poco a poco el alemán, mejoran día a día a base de no quedar otra opción para socializar con la gente.

He conocido gente de Francia, Italia, China, Mongolia, Israel, República Checa, Eslovaquia, Polonia, Alemania, Rusia, Marruecos, EUA, Austria, Ucrania e incluso un Nigeriano que me habló el otro día en el Supermercado. Es algo increíble ver como gente de culturas, pensamientos, rasgos, costumbres y religiones tan distintas nos hemos juntado en un lugar con los mismos problemas, las mismas inquietudes y la misma mirada de esperanza y emoción en la cara. Creo poder decir que será una de las mejores experiencias que me lleve de este año.

Como nuestra escuela, la Folkwang Hochschule ha pasado este verano a ser independiente de la Universidad de Essen, algunos días nos toca hacer un programa diferente de los demás. Esto tiene algunas partes negativas como la de mañana, día en el que tendrémos que hacer una exposición de nuestros proyectos, pero también ha tenido su parte buena, como la fiesta de bienvenida a la que asistimos el pasado viernes en Werden. Allí conocí a otras personas de la escuela que estudian otras materias, como danza y música. Entre ellas una chica me llamó en especial la atención. No por nada físico, si no por esa chispa de complicidad que surge inexplicablemente entre dos personas solamente con mirarse. De hecho, recuerdo que la primera vez que nos miramos, sonreimos durante un rato y no fue hasta mucho más tarde que tuvimos la primera conversación. Apenas pudimos entendernos, y sin embargo bastó para que no perdieramos el tiempo en darnos el teléfono y correo y quedar en contacto. Tengo la corazonada de que ella se convertirá en una de mis buenas amistades aquí. De esas que, dentro de un año, cuando me vaya, harán que un poco de mí se quede aquí para siempre.

Otra de las ventajas que estoy descubriendo es lo útil que resulta aquí el Carnet de Estudiante. Además de ahorrarnos un verdadero dineral en transporte público, nos han informado de que espectáculos como la Ópera, el ballet, musicales y cine nos cuestan unos 5 euros. ¡5 euros! En España el precio normal para el ballet y la Ópera ronda los 80. Eso no pienso desperdiciarlo.

Con respecto a las visitas, ayer nos llevaron a Oberhausen, una población adyacente a Essen. Allí, además de inmensos centros de ocio en los que la invitación a vaciar el bolsillo es arrolladora, hay una torre llamada Gasometer (todavía no sé la explicación del título) en la que había una exposición de fotografías obtenidas mediante satélite y un ascensor interior para acceder a la cima de la torre. 110,45 metros marcaba el andar superior del ascensor, que daba paso todavía a unas escaleras metálicas. El viento y el frío atenazaban los músculos, pero las vistas merecieron la pena. Desde allí pude constatar la extraña mezcla de industrialización e historia que se respira en toda la cuenca del Ruhr. Decenas de chimeneas competían en número con las góticas torres de las iglesias que salpican las villas y ciudades apiñadas a orillas del río. Gris y verde. Mucho gris y mucho verde. Una extraña harmonía de la mano del hombre con la naturaleza.


Mañana nos toca exponer.


Me da un poco de miedo después de ver la escuela, los inmensos talleres, los adelantos de los que disponen y los proyectos que se hacen aquí. Colaboraciones con Audi, Volkswagen, presentaciones en Beijing... en fin. Me siento como una hormiguilla. Aunque pienso aprovechar al máximo todo lo que aquí estén dispuestos a enseñarme. Estoy deseando saber cuál va a ser mi proyecto fin de carrera, aquello que va a representar mis largos años de estudio.


Por ahora, nada más. He de terminar la presentación. Los españoles, como siempre, tarde para todo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muchisima suerte mañana, no pases nervios que seguro todo sale muu bien. Muchos besitooos!

P.D: Y ánimo con esa tercera parte :P