martes, 27 de julio de 2010

Santa Natalia

¡Buenos días-tardes-noches a todos los que leáis este blog!
Hoy, como bien dice el título de esta entrada, es Santa Natalia, un día que casi nadie conoce pero para quienes portamos dicho nombre siempre es especial aunque nadie nos lo recuerde.
Para mi este día es especial también por prolongación de ayer, que fue mi cumpleaños. Este año cayó en lunes y los lunes no son día de celebración. Sin embargo, a veces tener un día normal con alguien que te mime y te sorprenda con tus caprichos durante todo el día puede convertir un lunes en el mejor cumpleaños que puedas desear.
Así que, como introducción a mi entrada de hoy, dar las gracias a todos los que me hicisteis sonreir ayer con vuestras felicitaciones y comentarios, y felicitar a todas las Natalias que hoy están de santo.
Para continuar voy a hablaros hoy de un tema por el que muchos me preguntan y que es muy importante para los gallegos: la comida. ¿Cómo se come en Eslovenia?
La comida fue el único punto negro que tuvo Alemania en mi corazón. La ausencia casi total de pescado y la cantidad de riquísimas salchichas y delicioso chocolate de los cuales te acabas hartando hasta límites insospechados... no pasó el examen de una comensal gallega.
No sé si es porque he venido a parar en mitad de una familia donde cocinan como los ángeles o esto es común en todos los hogares eslovenos, pero desde el principio, esta cocina tuvo más que un aprobado. Sin embargo quedaba todavía una incógnita que podía echar por tierra todas mis buenas opiniones sobre el buen comer en esta tierra: el pescado. Para una gallega amante de los productos del mar (como tiene que ser), el no incluir pescado en la dieta es sinónimo de taquicardias. En el último mes ya he tenido que prescindir de él más de lo que me gustaría, sobre todo porque donde vivimos no hay ningún gran supermercado alrededor y aún en los hipermercados no tiene lo que se diga una gran variedad en cuanto a pescado fresco nos referimos (tienen cuatro o cinco bandejas de pescados diferentes y ya puedes dar gracias). Sin embargo, después de la cena de anoche, no sólo tienen mi aprobado sino un notable alto.
Con motivo de mi cumpleaños, fuimos a cenar a un restaurante cuyo nombre significa algo así como "La casa del pescado" (o algo parecido), a la orilla del río, en el centro de la ciudad. Para empezar, deciros que Liubliana es tan romántica que duele. Ni Viena, ni Venecia, ni ciudad alguna que haya visitado hasta ahora pueden competir en romanticismo con esta joya de la que poca gente ha oido hablar en España. Es romántica a cualquier hora del día, pero cuando cae la noche, se encienden las velitas a lo largo de la orilla del rio, y los grupos de músicos empiezan a cantar y tocarte el violín... ya es casi demasiado incluso. Si los que leéis esto tenéis pareja y queréis sorprenderla con una escapada romántica no lo dudéis, ¡Liubliana! Y si queréis que la jugada sea perfecta, una cenita en ese restaurante la completará. Tras este pequeño inciso-consejo, proseguimos con lo interesante. Pues bien, dada mi devoción con los animalitos del mar cuando están sobre un plato, Urban investigó y alguien (gracias a ese alguien) le recomendó un restaurante del que se dice que su especialidad es el pescado y que incluso (¡incluso!) tienen marisco. Pues allá fuimos. Optamos por pedir un plato de filete de pescado asado con verduras de temporada y un plato de variedades del mar.
Ya el aspecto del filete era inmejorable, blanquito como los buenos pescados frescos, pero las "variedades del mar"... Desde luego, los eslovenos saben jugar con el marisco, y lo dice una gallega. Jamás en mi vida he visto yo una cigala de tal tamaño, y salsa más rica... En fin, que no tengáis miedo de pedir pescado en Eslovenia. Hay poca variedad si comparamos con Galicia (claro que no es justo el baremo de comparación) pero saben cómo prepararlo.

Dejando a un lado mi epopeya alimentaria de anoche, y complementando un poco la información sobre la alimentación en este país. ¿Qué es típico aquí? Difícil pregunta. Y es difícil porque hablamos de un país de 21000 km2 de extensión (más pequeño que Galicia) que es independiente desde hace sólo un par de décadas escasas y que perteneció a muchos otros países. Por tanto su gastronomía, como muchos otros aspectos de su cultura, es una mezcla de las gastronomías de los países colindantes. Hay mucha comida serbia, macedonia, italiana y austríaca. Suelen comer sopa todos los días, y hacen sopas de todo lo que os podáis imaginar. Incluso las sopas de sobre que se compran en los supermercados y que se hacen en cinco minutos tienen muchísima variedad y un sabor delicioso. Sus cultivos son bastante similares a los de Galicia y comen muchas hortalizas y verduras. Sí que tienen, sin embargo, algunas cosas específicas de eslovenia, como son: la famosa Potica (pronunciado potitsa), un dulce parecido a un brazo de gitano hecho con una crema de avellanas o algo así; o el aceite de calabaza, que utilizan para adobar las ensaladas en lugar de nuestro aceite de oliva de toda la vida. A éste último no he logrado acostumbrarme y no creo que lo haga, pues tiene un sabor muy fuerte.
Para complementar una buena alimentación, beben mucho té (de todos los tipos, sabores, colores y olores) y riegan el paladar con unos de los mejores vinos que he probado hasta ahora. Eslovenia es tierra de profundos valles y ríos y aguas termales, por lo que inevitablemente es tierra vinícola, especialmente la zona de Maribor, donde se encuentra la viña más antigua del mundo (creo que de la época de los romanos) de la cual siguen sacando botellas de vino cada año. Los que he probado hasta ahora, y no soy amiga de vinos, me han dejado ganas de más. Especialmente recomendable el vino blanco que nos sirvieron ayer en la cena, llamado Prus.
En cuanto a los postres, tras la ya mencionada Potica os hablaré de un lugar en Maribor de cuyo nombre no quiero acordarme cuando estoy haciendo una dieta, llamado Pohorska Kavarna. Kavarna es lo mismo que decir cafetería y Pohorska me imagino que hace referencia a Pohorje ("Pojorie para los españoles"), la "colina" situada en la zona en torno a la que todo parece girar en el barrio. Dicha cafetería prepara unas tartas que derriten los ojos sólo con mirarlas. Aquí os dejo el enlace de la galería de su web donde podéis apreciar algunos de sus dulces.

No puedo olvidarme de mencionar Trojane, una aldea de montaña (la típica de Heidi) cuya especialidad son los donuts. El típico es un donut glaseado relleno de mermeladas de frutas, pero tienen una versión que quien inventó debió ponerle mi nombre: dónut relleno de crema, cubierto de chocolate con rayaduras de coco.
Lo más impactante de estos dónuts, además del sabor y de las vistas de las que puedes disfrutar mientras lo degustas, es el tamaño, que puede apreciarse ligeramente en la foto que os adjunto.
Os dejo también una imagen de  Google Maps mostrándoos la situación de la pequeña Trojane, entre Ljubljana y Maribor.


Me queda hablaros del desayuno, pero eso lo reservo para otro post, para no cansaros demasiado leyendo. =)

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