domingo, 4 de julio de 2010

Recién llegada a Eslovenia.

Fue el pasado martes cuando, tras unos días de estómago revuelto en Barcelona, cogí el primer vuelo Vueling que recorre el trayecto directo Barcelona- Ljubljana con exactamente 33 kilos de peso entre equipaje de mano y maleta (lo máximo permitido por esta compañía). Había enviado ya otros 27 kilos anteriormente, incluyendo un buen suplemento de aceitunas españolas, mariscos varios (enlatados, por supuesto) y un bote de Colacao de 800 gr., cuya ausencia nos mata a los españoles allá donde emigramos.Para quienes le venga bien la información (que sé que todos nos volvemos locos tratando de enviar un paquete sin arruinarnos) le recomiendo el sitio web Wannafreight, pues el envío resulta mucho más barato y rápido que en Correos. 

España me despidió con calor y así me recibió también Eslovenia cuando puse pie en el aeropuerto, a eso de las 18.05 de la tarde. Allí, como en las buenas historias de amor, me esperaba mi príncipe del este con un ramo de rosas en la mano y una sonrisa de bienvenida en la cara, ¿qué mejor manera de empezar? 

Para romper el romanticismo que acabo de crear, os diré que lo primero que hicimos fue dejar las maletas y ponernos a ver el partido España-Portugal. No penséis mal de él. No es demasiado fanático del futbol, pero el mundial es el mundial y si juega España hay que verlo. Cuando se está fuera del país el sentimiento patriótico se exhalta misteriosamente. 

Al día siguiente nos esperaba una buena faena. La habitación que yo iba a ocupar en el piso, la más grande de todas ellas, estaba llena de los objetos personales de su dueña, dueña también de la vivienda, y nos tocaba a nosotros recogerlas para poder preparar el cuarto para mí. Realmente me parecía raro que siendo la habitación más grande nadie la hubiese cogido. Después de pasarnos los dos desde las 9 de la mañana a las 11 de la noche llevando bolsas y bolsas de ropa y demás objetos al sótano y limpiando los kilos de polvo y telarañas... lo he comprendido. 
Fue un trabajo de titanes pero al final conseguimos dejar el cuarto totalmente irreconocible y con aspecto de hogar. 
La verdad es que ya no tuve mucho tiempo de disfrutar de ella, puesto que ya me he traído trabajo de España y al día siguiente me pasé mañana  y tarde enfrascada en el diseño de la estantería para Metropolis Comics (Calle María, 183 Ferrol, no te quejes Manu, publicidad gratuita XD)
El viernes nos vinimos a Maribor, ciudad natal de Urban y de donde el es, a ver a la familia, recoger mi envío y disfrutar de un respiro en el Festival de Lent, lo que en España equivaldría a las fiestas de San Froilán o algo así. 
Para explicaros un poco, Lent es la parte del casco histórico de Maribor situado en la orilla del rio Drava, rio que atraviesa la ciudad. Durante las dos semanas que dura el Festival se hacen actividades como conciertos, monólogos, teatro en la calle, talleres.etc en la zona y en otros lugares de la ciudad. 
Ayer por la noche, tras el partido que vimos sentados en una terraza del centro bandera española en mano, fuimos a disfrutar de los fuegos artificiales que echaron a la orilla del río, en una noche en la que la temperatura debía rondar los 23-25º. Como veis, Eslovenia tiene frio en invierno, pero en verano no se queda corta en calor tampoco. 

Hoy iremos a un parque acuático (o algo así he entendido yo), puesto que aquí no tienen piscinas como es común encontrar en España y realmente hay que moverse un poco en coche para ponerse a remojo. 

Os dejo un par de imágenes de Maribor y el festival de Lent para que le vayáis poniendo cara a lo que os cuento. ¡Hasta la próxima!

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