martes, 24 de febrero de 2009

24 de febrero de 2009


Y llegó el temido momento. El momento de las primeras despedidas. A lo largo de las dos últimas semanas hemos cambiado las cenas gastronómicas por fiestas de despedida, y hoy me ha tocado sufrir en soledad la más dolorosa de todas, la de mis dos israelíes. Los cinco meses que hemos pasado juntos se nos han ido volando, y las dos últimas semanas mucho más todavía. Hemos intentado aprovecharlas al máximo de viaje en cena, de cena en Catán, y de Catán en simples paseos, pero los momentos buenos siempre saben a poco. He estado todo el día un poco atontada y tengo una tristeza que, aunque esperada, no deja de ser menos amarga. Sé que no será la última vez que los vuelva a ver, ya que se prevé una visita por mi parte a Israel y otra por la suya a conocer las tierras gallegas, pero no será lo mismo. El hecho de vivir en el mismo edificio, en la misma planta y a un minuto de distancia jamás volverá a repetirse. El poder matar el aburrimiento con un simple “¿te vienes y echamos un Catán?” o el ir juntos todos los días a la Universidad. Que cierto es eso de que los buenos momentos duran poco.

2 comentarios:

AGR dijo...

Mira el lado bueno de la vida, esto me ha servido para enterarme de lo que es un catán (gracias google) jaja.....como ya dije, ánimo and hope!!

Erika *Hadas de Azúcar* dijo...

Ánimo niña, es lo bonito, dulce y amargo de la vida, que conocemos gente maravillosa, que nos enseña y nos deja compartir sus momentos y luego toca despedirse para recibir a nuevos amigos... Espero que cuando estés por España y vengas por Madrid, tenga por fin la oportunidad de poder conocerte en persona... Un beso enorme!