Y llegó el temido momento. El momento de las primeras despedidas. A lo largo de las dos últimas semanas hemos cambiado las cenas gastronómicas por fiestas de despedida, y hoy me ha tocado sufrir en soledad la más dolorosa de todas, la de mis dos israelíes. Los cinco meses que hemos pasado juntos se nos han ido volando, y las dos últimas semanas mucho más todavía. Hemos intentado aprovecharlas al máximo de viaje en cena, de cena en Catán, y de Catán en simples paseos, pero los momentos buenos siempre saben a poco. He estado todo el día un poco atontada y tengo una tristeza que, aunque esperada, no deja de ser menos amarga. Sé que no será la última vez que los vuelva a ver, ya que se prevé una visita por mi parte a Israel y otra por la suya a conocer las tierras gallegas, pero no será lo mismo. El hecho de vivir en el mismo edificio, en la misma planta y a un minuto de distancia jamás volverá a repetirse. El poder matar el aburrimiento con un simple “¿te vienes y echamos un Catán?” o el ir juntos todos los días a la Universidad. Que cierto es eso de que los buenos momentos duran poco.
2 comentarios:
Mira el lado bueno de la vida, esto me ha servido para enterarme de lo que es un catán (gracias google) jaja.....como ya dije, ánimo and hope!!
Ánimo niña, es lo bonito, dulce y amargo de la vida, que conocemos gente maravillosa, que nos enseña y nos deja compartir sus momentos y luego toca despedirse para recibir a nuevos amigos... Espero que cuando estés por España y vengas por Madrid, tenga por fin la oportunidad de poder conocerte en persona... Un beso enorme!
Publicar un comentario